Ayer me fusioné con Dios (llámalo Naturaleza, si quieres), sí, me fusioné en el Mar; primer día de playa, seis de la tarde, cansada, muy cansada después de dos semanas de intenso trabajo (el pintor en casa), entro en el Mar poco a poco, como Alfonsina y me vá impregnando una sensación de regresión al útero materno, el agua, sin extridencias, vá subiéndome el cuerpo, fresca al principio, aliviando el ardor de un verano ardiente recien estrenado; cálida, acogedoramente cálida y al final tibia, ligeramente tibia.
Me cuesta poco flotar, las olas me balancean suavemente, meciéndome y me dejo llevar.
Doy gracias a Dios por ése momento único, lo vivo y lo disfruto cómo si fuera lo último que me queda por hacer en la vida o lo primero, que en la fusión no hay un antes ni un después, sólo un AHORA, un flas, un sublime segundo de FELICIDAD.
La sensacion de formar parte del mar, confundido entre corrientes y olas, es comparable a pocas cosas. Incluso en la orilla, la suave brisa, el profundo olor a marisma y a salina, puede envolverte y trasladarte.
ResponderEliminarSaludos.