IMPRESIONES DE UNA TORTOGA

TODOS VIVIMOS BAJO EL MISMO CIELO, PERO NO TODOS , TENEMOS EL MISMO HORIZONTE

sábado, 1 de octubre de 2011

UN MUNDO SIN FINAL

Aprendí a leer con cuatro años ¡no!... no fuí una niña prodigio, sólo tuve la suerte de que una maestra me enseñó en sus horas libres y yo, aproveché bién la oportunidad. Desde entonces me viene la aficción a la lectura, me recuerdo siempre sabiendo leer. no concibo la vida sin lectura. Pienso que ser analfabeta es como ser un poco ciega.

Recuerdo los TBOS, los cuentos de hadas, el Capitán Trueno y muchos más.



Después en la adolescencia llegarón las novelas de Corín Tellado y las fotonovelas, en éllas conocí a Silvia Tortosa y María José Cantudo, personajes que, a día de hoy, sigen en el candelero.



La fotonovela fué una verdadera revolución, puesto que veíamos a los personajes y queríamos seguirlos en todo. Dícese: su forma de vestir, de peinarse, hasta deseábamos vivir las mismas historias de amor con el mismo final feliz.

Mis abuelas habían sido amantes de la lectura y la escritura, eran de las pocas mujeres que sabían leer y escribir en aquella época (principio de siglo XX), ése siglo que queda tan lejano en el tiempo y al que todos pertenecemos. Mi padre aprendió sólo, porque intuyó que para su futuro le sería nececesario, como así fué, pero mi madre, no tuvo oportunidad , ni voluntad.
Nunca le perdonó a su madre que no la enseñara a leer ní a escribir correctamente (siempre supo "para su  avío") y yo..., siempre tenía que estar leyendo, aquello era para mí ¡libertad|.
 
Por motivos que no vienen al caso, no aprobé el acceso al bachiller y mi pandilla se esparció por el mundo sin mí.   Me quedé sola con mis traumas y mis complejos a años luz de lo que era mi sueño: conocer y aprender.

Cuando mis amigas venían de vacaciones, hablaban de un tal Calderón de la Barca, Rosalía de Castro, Gutierrez de Cetina, Becquer, Lorca, Machado, Alberti, etc., etc., gente importante que tenían que leer, obligatoriamente, para conocer la literatura y la Historia misma de España.

Tenía dos opciones: seguir ciega en la ignorancia o, me ponía las pilas y comenzaba a leer a esos "personajes". Opté por la segunda opción y, en poco tiempo, mi habitación se fué llenando de cultura, de ventanas al exterior de un mundo nuevo.

Entonces se me presentó un problema con el que no contaba, ¡tenía que leer a escondidas!, mi madre se ponía enferma cuando me veía con algo en las manos que tuviera letras.   No soportaba verme leer y siempre me estaba buscando ocupaciones de forma que no me  quedara tiempo libre para hacer lo que más me gustaba.

Hoy, han pasado muchos años y he leido mucho.

Hace unos días me compré una revista de Bucay (Mente sana) y leí un artículo titulado: "Leer para sentirse conectado".
"Leemos para saber que no estamos sólos", dijo el escritor C. S. Lewis.
Al parecer y según estudios psicológicos, uno de los motivos que nos empuja a leer es que, al hacerlo, nos sentimos, psicológicamente, conectados a la comunidad de personajes descritos en las narraciones, de una manera tan estrecha como la podemos sentir en la vida real.
En definitiva: leer satisface una necesidad básica en el ser humano ¡la de dependencia!.

Volé alto con Juán Salvador Gaviota, conocí los amores imposibles de Becquer, lloré con la desgraciada vida de Ana frank, ví cómo se construian las catedrales del Mar y los pilares de la Tierra, me senté a meditar con Shidarta, subí al Tibet, bajé al fondo de la Tierra,surqué los mares y descubrí nuevos mundos.   He aprendido a amar los animales, he descubierto tesoros lejanos, he sufrido los horrores del holocausto, las guerras, los amores, etc., etc.

En definitiva he pertenecido a miles de mundos si estar en éllos.

He padecido cien años de soledad y vivo en un mundo sin fín.