Érase una niña tímida y arisca, a consecuencia de la educación que le daban sus padres .Érase una niña solitaria y, prematuramente nostálgica, como si hubiese vivido muchas vidas y echara de menos momentos felices que nunca exixtieron. No tenía edad para nostalgias.
Aquella niña no tenía miedo, no sentía el miedo como lo sentían otros niños. Sus miedos eran más profundos, más exotéricos, no le rozaba la piel, no le erizaba el bello.
Su casa estaba al final de la calle, era la última casa, la que formaba esquina, la que rozaba el campo. Su habitación terminaba donde comenzaba la oscuridad. En el poblado no había luz eléctrica, las calles eran oscuras y la noche caía a plán, sin luces que amortiguara la caida de la negrura espesa.
Aquella niña oía desde su ventana, cómo aullaban los lobos que se acercaban a su ventana, (raro era el día que, al amanecer no descubrían que se habían comido algún burro). Y fué perdiendo el miedo. Se acostumbró. Tanto le daba si aullaba un lobo, como si aullaba un gato, o ladraba un perro.
La niña sin miedo, se fué haciendo mayor y tomando conciencia de la realidad que la rodeaba.
A pesar de todo, fueron años felices, pero élla se sentía sola sin saber porqué
Quizás.....sentía la nostalgia anticipada de un abandono que la marcaría para toda la vida.
En aquél tiempo y allí mandaba la Iglesia y el Estado, en el Poblado los dos poderes se fundían en las monjas Mercedarias que le organizaban la vida a todos los habitantes del lugar.
El nombre del Poblado es lo de menos, que de puro Mustio se me llegó a olvidar.
La niña, según decían, era una privilegiada, las monjas la tenían como adoptada, con el consentimiento de sus padres.
En el Poblado todos vivían felices, como en Macondo, sin cementerio. Todos tenían y sabían qué hacer. Todos colaboraban (ya se encargaban de éllo, las monjas).
Dividido en dos partes y rodeados de eucaliptus, se componía de un grupo de casas, un colegio de niños y una tienda, el primer grupo y unas 10 casas, más la casa del médico y el dispensario el segundo grupo, Un poco apartado, formando un cuadro, se encontraba la casa del cura y el bar, en el otro lado (frente) el cine-teatro. Presidiendo el cuadrado: la Iglesia.
En la entrada principal del Poblado, un lugar escogido a conciencia. ¡el convento!.
Muy bonito, se componía de un taller de costura, donde todas las jóvenes trabajaban confeccionando los uniformes de lo guardas forestales, seguían las habitaciones privadas de las monjas; dícese: clausura. su propio comedor y la cocina. Junto a la cocina un gran salón que servía de juegos, comedor y reuniones. Siguiendo el pasillo un baño y las tres clases de las niñas, terminando el edificio con una capilla-oratorio, donde todas las tardes, obligatoriamente, se rezaba el rosario.
Se encontraba, todo el edificio, rodeado de flores,escalinatas con rosales trepadores, hiedras, madreselvas,lleno de olores y colores, bien cuidado, lleno de vida. Bajando una gran escalera central, se abrían éstas a izquierda y derecha, llegando a dos terrazas-miradores. por donde caían en cascada decenas de variedades de flores, más rosales, madreselvas, buganvillas, etc.. Por la izquierda se bajaba a los columpios, rodeados éstos, de flores de arriates, dando lugar a una explosión de aromas y llenando de color aquél vergel. En el lado derecho, la entrada a la gran explanada, donde se hacían toda clase de actividades, desde cantar el cara al sol, todas las mañanas, hasta jugar a balón- mano, pasando por hacer teatros y toda clase de juegos.
En aquél "paraiso" dejaron un día, sola, al cuidado de las monjas , a la niña sin miedo exterior, un privilegio, decían. A las cinco de la tarde (hora mítica por excelencia) todas las niñas se íban a merendar a sus casas, con sus padres, pero élla cogía su pan con chocolate y se íba a los columpios, aquél lugar de ensueño, mirando hasta donde le permitían las jaras y los pinos intentando encontrar la explicación de porqué se fueron sus padres y la dejaron tan sola.
¡Siendo una "privilegiada" en aquél "paraiso"!
Uf, querida tortuguita....que triste y melancolico suena ese "paraiso" donde le tocó vivir tan solita a la pobre niña.
ResponderEliminarEs una historia muy de una época y de un lugar, que relatas tan bien que parece que la estoy viendo. ¿En qué mujer se habrá transformado esa niña solitaria?.Besotes.
Ostras Tortuguilla que historia, y que final. Si valiente era de niña, de mayor ¿que sería de mayor?
ResponderEliminarSaludos.
Hostia, dur de cojones.
ResponderEliminarPerdón.
Un beso
Triste historia pero real como la vida misma. ¿cuantas niñas hace bastantes años no habrán pasado por lo mismo?
ResponderEliminarBesos
Triste y bello apartes iguales Tortuguita,imagen de un pasado real.
ResponderEliminarUn saludo
Espero que la niña se puediera escapar de tal paraíso.
ResponderEliminareso era lo tipico , en los 40 y 50 , solo lo hacian los padre de niños "ricos" , por no poder atenderla o no querer , ya que la vida de alta socidad era lo que tocaba no crees ? así se crio la niña sin amor de padres . un beso muy grande para ti ,cario mio de pitufa.
ResponderEliminarTortugita espero que esa niña no este ahora tan sola.Un abrazo
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